Roy era tímido, un tanto callado,
usualmente solía pasar el tiempo sentado
a la orilla del balcón, a partir de las seis muy puntual colgaba sus
pies, se inclinaba hacia atrás poniendo los brazos con las manos extendidas
sobre el suelo. Roy disfrutaba ver los colores del cielo, las nubes y ver como se alejaba el sol, lento despacio,
y sentir en su interior una paz envuelta en silencio.
Roy es hoy preocupado, está más que
mudo, encerrado en su habitación con las luces apagadas, las piernas dobladas,
tocando su tembloroso pecho, sus brazos los rodean, mientras las manos frotan
suavemente su piel fría. Roy se pierde entre las sombras de un rincón, los
pequeños sonidos alteran su corazón, brutal y fugas, y en su interior un vacío
de silencio.
Roy es un chico que ronda las
calles, lleva su chaqueta de mezclilla sin color, camina con pasos largos,
mirando todo a su alrededor sin fijar la vista, va tarareando pensamientos mientras
el sonido de la ciudad le relaja. Roy se adentra a la bazofia sociedad de algún
cercano lugar, se pará frente al portal, da su último respiro, y entra al
lugar.
Roy es un chico que lleva una
navaja en las llaves, lleva también una pistola junto a la hebilla del pantalón,
es hábil con sus manos, y sinceramente siempre le atrajo esa sensación, él siempre
se divierte con su navaja cuando sale a la ciudad. Roy está convencido que nada
saldrá mal, que es cuestión de hacerlo con calma, llegar al final del pasillo y
cruzarse con cualquiera y llevarlo a otro lugar.
Roy es bueno, se levanta
temprano, se asea y tiene arreglada su casa a antes del desayuno, es limpio, se
lava los dientes y de vez en cuando se queda mirando por minutos su rostro
frente al espejo, sabe que su mirada está cansada, que la piel se comienza a
ver caída, y que en un determinado momento se matará.
Roy recuerda en esos momentos, los lazos rotos
de una niñez feliz, se vienen uno a uno los recuerdos flechados, diciéndose entre
dientes que no lo volverá a hacer, Roy no es triste, Roy necesita su medicina
hace más de un mes, no distingue de realidades y entre ellas le dan mucho
placer el salir a la calle, caminar en silencio. En busca de alguien que se
deje convencer. Roy no es feo, basta una sonrisa, para agradar a las personas,
aunque algunas veces su mirada se note ida.