:: El olvido solo fue un capricho imposible de lograr ::

Escritos descritos por Aüd!räk mOody

miércoles, 27 de marzo de 2013

Inmóvil

solía inventarte entre las más perversas historias que llegaban de consuelo a mi mente, seduciendo el cuerpo desde el alma, rozando delicada y sutilmente entre cada recuerdo tuyo, aquello que fuera lo más enérgico, lo mejor vivido, y el placer daría paso a la máxima satisfacción. 

solía hacerlo incluso a tu lado, cuando el calor de tu costado abarcaba más espacio del colchón, cuando el desearte era tan inmenso y sin embargo me quedaba inmóvil ahí, deseándote, recreando tu imagen tras los parpados, tras la ansia de apoderarme por tan solo un beso cálido, de un roce de tu mejilla y el tacto de tu mano.

solía buscarte y lo hacia en lo más profundo de todos los detalles en los que estuvieses conmigo, lo hacia mientras me perdía en el delirio de tu aroma, o me reflejaba entre el brillo de tus ojos, y sabía que estabas ahí, tras esa enorme sonrisa, aquella que agitaba mis días, mis pensamientos y los más sólidos deseos. 

solía dibujarte y aun el indice lo recuerda a la perfección, cuando suave y lento bajaba por la curva de tu espalda, se detenía, se deleitaba con tu piel y continuaba su deslizamiento ¿lo recuerdas? o acaso está tu mente inmóvil, como hoy lo son todos los sueños, que se han vuelto repetitivos y sin sentido alguno.

Inmóvil se torno el cielo frente a los ojos cristalinos de un recuerdo viejo, con el hondo pesar que arrastra paso tras paso al merodear entre mis húmedas paredes, con su voz callada que susurra durante las largas noches en mi oído, esa voz que ya no distingo si se asimila al tono de aquel "te quiero" a gritos, o es mi mente que al recrearla simplemente se divierte al jugar conmigo.

Inmóvil se volvió el tiempo de donde provienen los más íntimos recuerdos, aquel lugar al que más de una vez me arrastraste para probar mi fuerza de voluntad y siempre regresabas conmigo a esta realidad, a esta pequeña porción de espacio que ya te es familiar, mis pequeños caprichos, mi pequeña maldad, y nunca se perdió ni una milésima de lo que en ti es esencial.