Una botella de
licor, una cajetilla de cigarrillos que se consumirán uno a uno rellenando el
cenicero que se derrumba de ceniza por los bordes, mis ropas sudorosas
impregnadas del hedor que yace en mi piel adherida como alguna vez tu olor se
impregno en mis manos. Pero en esta ocasión el mal solo habita dentro de mi
cabeza, como aquel moribundo que con tubo en manos golpea las paredes y
comienza el escandalo a plena madrugada.
hoy me inundo
en placeres auditivos, desgarros ocasionales que se apoderan de mi mente y
triunfantes terminan gritándole a los cielos mis errores, cometidos y por
cometer, para terminar tirado en la cama que sabe lo que es tener tu cuerpo
desnudo brindando su calor, su amor y esa ternura que insistente busqué en algún
recuerdo que me vino después de tu huida.
Soñé… soñé que
te tenia entre mis manos y te perdía entre visiones desconcertadas; te volví a
ver, pero está vez muy apartado, y a lo lejos tu sonrisa demostraba esa
felicidad que en vida real no logre obtener jamás. Así continuó el sueño fugaz, para estamparme
contra la cara el resultado que en está despiadada situación solo quedaba optar
por nueva vez un estímulo cada mañana para fingir sonriente que mi vida es
completamente normal, que no causaste guisos en mis entrañas y que puedo mirar
el sol hasta quedarme ciego.
hasta que
nuevamente tu recuerdo vuelva a angustiar el ambiente, me distraiga y termine
bebiendo con nuevo intento a paralizar las ganas y necesidades de traerte a mi
mundo, el cual se conforta lentamente con ideales vanos y destellos de lo que
fue, se perdió y evaporizo.
entonces es cuando me siento, me engrandezco luciendo
a detalle lo magnifico que a significado que tu cuerpo se adentrara
profundamente en mi, e invoco por las
noches frías que aparezcas y suavemente me tomes de la mano y concluyas lo que
es llamado gloria.
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