Después de un tiempo el silencio se hizo absoluto,
quizá antes o después del último engaño más absurdo;
hubo un tiempo donde tú ser tu cuerpo y esencia fue algo más que un mundo
lúcido en mi mente,
en el cual con grave gravedad me dejó caer sin previo aviso y eso no fue
lo suficiente.
Hubo un ayer, un nosotros, un torpe descuido que desencajó al destino,
quizá fue después de reconocernos mutuamente
como algo ajeno,
tal vez fue antes o después cuando creció tu injusta indiferencia
o fue a partir del desinterés de mis actos, la frialdad también ahuyenta.
quizá por manía o cierta autoflagelación o porque bien sabemos que
teniéndolos ahí,
podemos acudir a ellos o ellos solos se invocan con alguna fragancia; oh,
aquel perfume.
Vamos con el más simple detalle o el más insignificante de los instantes
que divagan sin fin, entrelazados, perdidos, flotando sin destino en miles de ideas formulando
pensamientos.
Nos dimos un fin verbal y sobre el carnal aun cuesta acostumbrarlo a la
ausencia,
aún cuando esa ausencia no tuviese que existir, no dejaría de doler tu
olvido.
Nos dimos la despreciable palmada en nuestras espaldas,
tú sugiriendo continuar el empinado sendero de piedras
y yo cediendo el paso a fin que a eso estás acostumbrada.
No hubo adiós, no hubo desperdicios de suspiros ni la mínima lágrima que
cristalizará alguna pupila,
quiza por mostrar fortaleza aun temiendo al saber el punto exacto de mi
debilidad,
no hubo un último abrazo o siquiera el semi intento de rosar nuestros
labios por un beso,
fue un hasta nunca y mi cielo ya comenzaba a llenarse de negro el tuyo se
nublo a gris y en sus adentros ya se escuchaban los truenos.
Creo que fue después de oír entre truenos el primer crujido de tu
garganta,
me hubiese volteado, por lo menos para mirar por última vez tu rostro ya
mojado,
recuerdo bien que fue antes de comenzar a correr a toda prisa enfrentándome
a la lluvia,
quien también se acercó con fuerza contra mi cuerpo,
él quizá con la intención de calmar toda furia interna,
en ti, quizá para entre mezclar sonidos de algún llanto que dejó de
escucharse a cierta distancia,
esta vez no fue amplio chantaje ni tan poderoso el capricho, ya no quedo
algo de lo forjado.