te miro desde la oscuridad de la
miseria,
esa que vino después de intentar
arrancar tus huellas,
y es solo el reflejo de un recuerdo
construido,
de aquellas pequeñas cosas que en
ti sentí y he vivido.
te miro a través de las sabanas y
parece ser real
está locura de inventarte, cada
vez se vuelve más letal,
y es la almohada, ocupando los
viejos y sucios espacios,
no se han movido las cosas,
olvidadas durante años.
esa madrugada abrí los ojos y
mire tu cuerpo frente al balcón,
sosteniendo con delicadeza un
cigarrillo que cesaba su ardor,
y estabas desnudo contemplando el
vacio de la calle destruida,
algo me dijo que está sería la
ultima vez de ti en mi vida.
la mañana siguiente se negó a
mostrar los rayos del cansado sol,
esa mañana lo único disfrutable
en mi, fue tu agridulce sabor,
y mis labios hoy sellados no
volvieron a besar ni siquiera mi piel,
me guarde tu recuerdo, el
sentimiento y el trozo que quedo de fe.
te miro desde la profundidad de
mis torpes soledades,
intentando alcanzar una porción
diminuta de mis visiones,
puedo contener mis lagrimas pero
como hacerlo con mis debilidades,
y quizá desde ese instante me
dedique ha escribir para ti canciones.
te miro y la banalidad torna a
ser casi triunfante,
pero estirar brazo y mano solo
consigue que me desarme,
y los matices desaparecen tras
desvanecer tu frágil perfil,
quisiera que mis emociones
carezcan de ese toque vil.
otra madrugada confiado en oír tu
respiración,
resultados de los ecos
impregnados en cada rincón,
y sosteniendo el cristal
derramado de fuerte licor,
mis ánimos y tristezas refuerzan
el lado inferior.
esa cruda ocasión de impotencia
acumulada,
me hizo derramar la sutil e
hiriente lágrima,
así voy coleccionando mis
derrotas en la almohada,
sosteniendo de un hilo mis
esperanzas aniquiladas.
te miro al pie de una oxidada
puerta de metal,
jugando a hacerme creer que nada
malo pasará,
y convencido cierro parpados
permitiendo el comienzo de la huida,
hoy estoy aquí y aunque no lo
creas me cuesta tragar mi propia saliva.
te miro y sabiendo que no eres
algo real,
me entierro en cobijas fingiendo
ser capaz
de respirar profundo y combatir
la crueldad,
de suspirar hondo y desear un
poco de caridad.
Arrastro mi cuerpo pidiendo
piedad a un trozo de madera,
y rompe desde mis adentros la
enfermiza risa de tristeza,
comprendo este delirio por sentir
tu insana presencia
pero no el hecho de hacerlo de
esta infame manera.
aüd!räk Oo [ Julio 10. 2008 ]