si de algo podemos estar completamente
seguros para afirmar lo sucedido, se reconoce a ambos por encontrarnos sumergidos entre
sentimientos inmensamente internos, ninguno, ni uno sólo de los dos controlaba por
completo los cinco sentidos.
Yo, aferrándome
a no bajar de la suave nube de fantasías de acíbar, y tú, quizá se explique con
la ardiente sangre etílica que entre tus venas circulaba.
te desee y me deseaste, lo sé, lo sabes, lo saben
las almohadas, los dobleces de la sabana; lo sabe cada eco contenido de rincón a
rincón, y en mis labios te sé, pero tu sabor se volvió fugaz en el paladar, y me viene el reencuentro con el recuerdo y en
él, la sustancia de mis fantasías, misma que probé entremezcladas con tu saliva, pizca de acíbar, adentrándose a mi cuerpo, beso a beso, esfuerzo a esfuerzo, dos palpitares que rebotan insaciables por alcanzarse en un mismo punto.
deseaba tu calor, tu energía corporal, adherirme a tu sudor, atraerte a mi, sentir esa textura tersa de tu piel, cómo desee ese instante que a susurro en tu oído, se pronunció las frases detonantes para estrujar con intensa fuerza el cuerpo, mi cuerpo con tus brazos y apretar…
apretar hasta lograr librarte de toda energía, para besarme al final con
un beso desesperado, controlable, con un beso ligado a una serie de
palabras, evocando enriquecer a gran altura el ego, sin soltar por un instante tu mano.
nos envolvíamos entre caricias,
con deseo de no dejarnos, pero el tiempo afilado nos hería, insistente,
alterante, y es para este día, el rastro de ti en mi labio inferior, que vuelve
a mi aliento un tanto torpe, un tanto apasionante, cada idea, cada pensamiento
te va trayendo, te trae a mis manos, de
noche, de madrugada, de sueños, de fantasías, de ingenuo deseo, de placenteros
momentos, de inevitable sentimiento, te traen al tacto, a la mentira
satisfactoria de sentirte a mi lado y lo único que obtengo es cierto sabor
acíbar, al finalizar, al notar lo callado de tu ausencia entre
mis ganas y anhelos.