hay días en los que desde el momento en el que despierto tengo ganas de destruirlo todo a mi alrededor, romper todo lo que pueda producirme un recuerdo, alguna triste sensación o fantasía vana reprimida en mi infancia. Esos días no quiero siquiera levantarme de la cama, deseo que las sabanas me traguen, me hundan y asfixien lentamente, sentir como los resortes del colchón perforan mi espalda, adentrándose entre la carne.
hay días que son mas tristes que otros, con una suave melancolía que se huele en el aire de la sucia habitación, días largos y desolados, días de tortura mental, estado irracional, soledad interna.
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