porque cada momento compartido es o se
vuelve especial, y sobre aquello podría contar el día en el que el sol se
ocultaba lentamente, ese atardecer en tu habitación, ese aura a mi alrededor,
nunca me había sentido tan dichoso de compartir el instante con alguien que no
fuese mi propia sombra, quizá de ahí es que cada día parecido a aquel, esa luz,
ese sentir, esa serenidad visual me hace estremecer, me hace revivir, y me hace
añorar.
porque el entorno donde he vivido hay
miles de detalles que lo vuelven real, lo hacen sutilmente adorable, y recuerdo
perfectamente el olor de tu cuerpo, el contraste de la luz en tus ojos, o sobre
tu cuerpo; recuerdo esa ansiedad de acercar mi mano, rozar cuidadosamente tu
piel y ese simple hecho lo volvía un pasó más, un atrevimiento sabor a
felicidad. ¿Que me dices tú de aquellos días? Cuando el primer roce perdió el
temor, la mano se fue deslizando, acariciando suave y tenazmente o del contacto
de las pieles, el calor mezclándose, el aliento en fusión. ¿Lo he sentido yo o
has sido solo tú? ¿A quién le pertenece el primer movimiento hacia el otro?
siempre hay un ayer que es
incomparable, una situación que no es manipulable, por eso te recuerdo tal como
fue, con el cabello revuelto al despertar, con la sonrisa reflejando tanta
serenidad y recuerdo también esa sensación de compatibilidad natural. Eres
parte de mucha historia, lo puedes oír en los ecos entre paredes, lo puedes
leer en el hilo de las sabanas o simplemente cierra los ojos y visualiza el
ayer, vívelo, siéntelo y comienza a sonreír.
sé que vienen nuevas mañanas, nuevos
sentires, nuevas personas, nuevos recuerdos quizá más fuertes en su momento,
pero no hay porque darle comparación, tu lugar continua intacto, así como lo
que alguna ves atrás fue.
y voy a vivirlo, voy a sentirlo, intenso,
extremo y siempre con la misma energía, con la que viví nuestro ayer.
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