He sido en gran parte aquel que guardas inseguro bajo llave, a quien le limitas el alimento y en ocasiones ni siquiera volteas a ver sí aun respiro, me muevo, o estoy. Sin embargo ahí me tienes, adiestrado a tu lado, sin cadena visible, sin alguna gracia perceptible; estoy por descuido del destino a compartir los restos de mis días, bajo tu sombra, sumergido en la oscuridad. Me condenaste a ser parte de tu miserable y vana vida, a completar el vació que cruje dentro de ti.
Hueles a humedad, y tu rastro rancio deja su aroma podrido cuando cruzas de una habitación a otra, tomas un palo y picas en medio de mis costillas, sino me muevo no es que este muerto, es la vida la que ha perdido efecto, pero sonríes, y esa mueca en tu cara manifiesta un cruel provenir.
Hace meses que la luz artificial, es la que más se asemeja a la de aquellos días calurosos, el único soplo de aire que recibo es cuando tu intención es que aparte mi rostro. Tengo muy oculto de mi, un recuerdo de libertad que titila en soledad, en un pasado lleno de descuidos que a tu camino me hizo cruzar, que solo recuerdo un destello, y la mente se nubla, se niega a responder cuestiones de mi inconformidad.
Hoy me sueltas, me avientas, me tiras fuera de la puerta de algún almacén, el sol encandila mis ojos, y mis oídos adiestrados escuchan a lo lejos el grueso respirar y el babear de varios hocicos; corro, corro hacia un lugar que simplemente no conozco, no pienso, no puedo ver alternativas y tu risa se oye a gritos tras mi espalda, de poco a poco más lejana. Entre imposibilidades, me aferro y logro escalar una barda, pero es mi pierna izquierda la que recibirá de ti, un trozo de plata, que se habré camino, desgarrando todo a su paso, por descuido la otra es jalada por un hocico hacia el suelo.
Hay nubes blancas en este cielo, no recordaba un azul tan perfecto.
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