Me hubiese gustado seguir el rumbo al cual te has perdido, seguir el camino como aquel que va recogiendo pedazos de rastros para volver; me hubiese gustado seguirte por los senderos más oscuros, bien sabes que el miedo a tu lado se vuelve solo un impulso de adrenalina incontrolable.
Quisiera seguirte por el ensueño y revelarte casi en insomnio mis más profundos secretos, esos que nacen de ti, y de los cuales viven aun con la fuerza que da tu recuerdo; quizá esa parte de ti nunca logre desadherir de mi.
Hoy quiero abrazarte más allá de los recuerdos guajiros, vanos y obsoletos que han quedado en el tiempo; quiero sentirte y respirar de tu cuerpo el aroma que enloquecía inagotable cada encuentro.
Quiero traerte a mi presente, sentirte y no solo el imaginarte que rondas con caricias mi cuerpo; quiero que por una única vez pueda apretar con fuerza tu espalda, besar con fuerza tus labios, morder tu cuello, y volvernos completamente locos a la brisa de la noche que en estos tiempos vienen a recordarme tu maldita ausencia.
Te engrandezco entre cada una de mis emisiones, entre cada una de mis necesidades; te creo y recreo a mi gusto y siempre le hace falta una pequeña porción de tu ser, de lo que fuiste, de lo que ya no eres y de lo que quizá sea yo el único imbécil que lo retome.
Y me es inevitable el convertir mis manos en las tuyas, en creer que son tus caricias las que recorren cada recoveco de mi ser; sé que soy creador de esta enferma manifestación, cómo sé que tú fuiste culpable de engendrarme esta manía de traerte a mi apoderándome de todo mi cuerpo y toda mi ansiedad.
Un infinito terminó siendo este juego del que me encuentras, me enredas y vuelves a desvanecerte entre las últimas horas; y a cada año vienes, me revuelcas, me elevas y te esfumas, sigue siendo este infinito un placer entre mundos en uno de ellos no es terrenal para ti.
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