:: El olvido solo fue un capricho imposible de lograr ::

Escritos descritos por Aüd!räk mOody

lunes, 13 de junio de 2011

Capitulo 1 :: El Resplandor (Pt.2)

Se escucho el crujido del metal, al abrir el portón de aquel sucio, olvidado y abandonado lugar, en un instante el olor podrido comenzó a ser inhalado, tras la tela negra que cubre su rostro mugriento, un tanto golpeado. Después de unos minutos dentro en la penumbra de la oscuridad que rodeaba la habitación; se distinguió en breve una resplandeciente luz, cegando enseguida su visión. En cuanto recupera claridad, un golpe la vuelve a nublar.

una voz ronca sonaba a lo lejos, palabras arrancadas desde la garganta; se acercan, se distinguen, pero no comprende que es lo que dicen; ninguna palabra concuerda para una posible oración razonable. Alguien jala con fuerza la tela de su cabeza, mientras una cara arrugada se encuentra enfrente de él, esperando reconocer esa sucia, maloliente, correosa y arrogante cara.

Se distingue por esta vez, la voz, sonando con una alegría de venganza entre las palabras que decían:

-          te tengo maldito.

Su ojo izquierdo morado, que aun podía permanecer abierto con un desgarre notable que dejaba lucir a todo resplandor un color rojo, y supo entonces, al mirar la expresión de aquel viejo adinerado al que le pertenecían todas y cada una de las calles de aquel depravado lugar, él era el dueño de cada prostituta adolescente, prostitutos varoniles y de las locas que gritan leperadas a todo grito, de esquina a esquina, pero que lucían tan femeninas, tras el traje entallado dejando ver el cuidado que le metían a su cuerpo inyectado y manoseado por miles de manos masculinas que la mayor parte de ellas, tenían anillo de matrimonio. Sin dudarlo entendió en que lio se había metido.

dentro de la mente, dentro de la cabeza, en los flechazos del pensamiento, se diviso en aquel día cuando de unos labios finos, suaves y casi perfectos, le prometían dejar el trabajo, para dedicarse a la venta de drogas, en cada bar, cantina y lugar de mala muerte, drogas que no pertenecían al señor que tenia enfrente en este preciso momento; pero la paga era buena, lo sacaría de ahí en seis meses, sin ningún problema, y contando con una cuenta para sobrevivir por lo menos los siguientes cinco meses. Tenia que tomar el trabajo, de lo contrario continuaría soportando tipos gordos, sudados y peludos arrimarse cada segundo tras su espalda, con viejillos que le lamian su cara, metiendo la lengua en cada orificio que encontraban en a su paso, y su estomago se revolvía solo oliendo aquel perfume que invadía todo el lugar, fuera habitación, baño, automóvil o inclusive en el lugar donde estuvieran dentro del parque, donde todos los de fuera y los servidores, encontraban escondite tras arbustos.

pero él no dejó ningún trabajo, continuo acostándose o solo encontrándose con clientes que eran muy buenos compradores de la mercancía que ahora rondaba en las calles de la ciudad.

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